
Crisis de Angustia
¿Sufre o ha sufrido algún episodio en el que haya sentido un miedo realmente intenso? ¿Ha durado entre 1 y 10 minutos?
Cuando le ha pasado esto, ¿Ha pensado que podría estar gravemente enfermo o sufrir un infarto e incluso morir? ¿O bien que podría volverse loco o perder el control?
¿Ha sentido alguno de estas sensaciones? Palpitaciones fuertes del corazón, sudoración, temblores o sacudidas, falta de aliento o ahogo, sensación de atragantarse, opresión o malestar en el pecho, náuseas o molestias abdominales, inestabilidad o mareo, aturdimiento, sensación de “falta de realidad” y de “estar fuera del propio cuerpo” (como si no lo pudieras controlar), hormigueos o entumecimiento en brazos y piernas, y escalofríos o sofocos.
Breve descripción del trastorno
La crisis de angustia o ataque de pánico, comienza con la aparición repentina de un profundo miedo o un gran malestar. Esa sensación desagradable es tan intensa que lleva a pensar que se está gravemente enfermo o incluso que puedes morir, o volverte loco; y, por todo esto surge la necesidad de escapar de la situación urgentemente o de recibir ayuda. La crisis de angustia viene siempre acompaña por un conjunto de sensaciones físicas y por una serie de pensamientos. La crisis de angustia es temporal, suele durar unos entre 1 y 10 minutos. Hay 3 tipos de crisis de angustia: inesperadas, que aparecen sin ningún motivo aparente; situacionales, las que aparecen a causa de algún estímulo ambiental, por verlo o anticipar el hecho de verlo (por ejemplo, ver una araña generaría automáticamente una crisis de angustia); y más o menos relacionadas con una situación determinada, en las que hay más probabilidades de que aparezca el malestar al exponerse a ciertos estímulos o situaciones (por ejemplo, hay más probabilidades de que aparezca la crisis de angustia al conducir, pero a veces se puede conducir sin sufrir ninguna o bien padecerla a la media hora de estar ya conduciendo).
Síntomas destacados:
* Palpitaciones fuertes del corazón, sudoración, temblores o sacudidas, falta de aliento o ahogo, sensación de atragantarse, opresión o malestar en el pecho, náuseas o molestias abdominales, inestabilidad o mareo, aturdimiento, sensación de “falta de realidad” y de “estar fuera del propio cuerpo” (como si no lo pudieras controlar), hormigueos o entumecimiento en brazos y piernas, y escalofríos o sofocos.
– Es muy común que se vayan evitando poco a poco los lugares donde apareció el pánico, por lo que se puede acabar restringiendo de forma muy brusca la movilidad y abandonar muchas actividades con las que antes se disfrutaba (ir a de compras, ir al cine o comer fuera de casa, viajar, salir al parque…) o incluso las que se necesitaba llevar a cabo (conducir, acudir al trabajo, realizar la compra, ir al médico…). En los casos más graves, se termina estando totalmente recluido en casa. Las crisis pueden mejorar cuando uno se da cuenta de que no representan un peligro real para la salud; sin embargo, en la mayoría de los casos se sigue sufriendo terriblemente porque las sensaciones continúan apareciendo con la misma intensidad y causan el mismo malestar, esto sería tener miedo al miedo.
– Pueden aparecer en una gran variedad de trastornos de ansiedad, por ejemplo en el trastorno de angustia, la fobia social, la fobia específica, trastorno por estrés postraumático, trastorno por estrés agudo.
Propuesta de abordaje terapéutico
El objetivo principal consistiría en abordar los síntomas que se dan durante la crisis de angustia para poder así evitar que se produzcan más. Esto sería mediante la psicoeducación, explicar la relación que existe entre los pensamientos, las emociones y las conductas, cómo modificando una se puede modificar el resto. Enseñar técnicas de relajación para aliviar los síntomas de ansiedad, realizar exposición a situaciones que han generado las crisis, trabajar los pensamientos, sentimientos y conductas de evitación que se da cuando se anticipan las consecuencias negativas, trabajar la idea de que con la crisis de angustia no te mueres, que es una sensación muy intensa que se genera, pero igual que sube tiene que bajar como todas las emociones sin consecuencias físicas.