TDAH

¿Le cuesta prestar atención a las órdenes e instrucciones que se le dan? ¿Comete errores por no estar atento? ¿Se le olvidan las cosas con facilidad? ¿Parece que no escucha? ¿Tiene dificultad para mantener sus cosas en orden? ¿Se distrae fácilmente? ¿Se mueve constantemente aunque esté sentado? ¿Le cuesta estar sentado en la escuela durante las clases? ¿Habla en exceso? ¿Tiene problemas para respetar el turno? ¿Actúa sin pensar? ¿Interrumpe conversaciones de otros? ¿Se muestra irritable con frecuencia? ¿A menudo tiene disputas con compañeros por temas irrelevantes?


Descripción del trastorno

El trastorno por déficit de atención con y sin hiperactividad (TDAH) se inicia en la infancia y se caracteriza por un nivel de impulsividad, actividad y/o atención no adecuados a la edad de desarrollo del niño. Muestran dificultades para controlar su comportamiento y ajustarse a un nivel correcto esperable para su edad. Los niños con TDAH actúan involuntariamente sin control, no piensan en las consecuencias de sus actos y no pueden concentrarse con facilidad. Tienen un buen nivel de compresión, entienden las órdenes e instrucciones que se les dan pero a la hora de ejecutarlas aparecen los problemas, ya que la falta de atención hace que pasen de una tarea a otra sin pensarlo. No pueden permanecer sentados y quietos durante un breve espacio de tiempo, ni de prestar atención a los detalles. Todo ello interfiere de forma negativa en el aprendizaje y en el funcionamiento general de los niños con el trastorno. El TDAH se puede desglosar en varios subtipos dependiendo de qué grupo de síntomas predominen:

  • Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo combinado
  • TDAH, tipo con predominio del déficit de atención
  • TDAH, tipo con predominio hiperactivo-impulsivo

Para poder diagnosticar a un niño en cualquiera de los tipos deben predominar unos síntomas u otros o ambos combinados, durante al menos 6 meses y en diferentes contextos. Generalmente los niños que padecen este trastorno desde la infancia ya se muestran irritables y a partir, aproximadamente, de los 2 años se les puede clasificar como de temperamento difícil. Muestran torpeza con habilidades manuales, con el aprendizaje de conocimientos básicos como números, colores o letras, inmadurez emocional, rabietas constantes y una gran cantidad de pequeños accidentes domésticos a causa del exceso de actividad.

Se debe diferenciar de comportamientos propios de la edad en niños activos, de comportamientos negativistas y de la desatención que puede darse por situaciones académicas poco estimulantes para el niño.


Abordaje terapéutico

Desde el ámbito psicológico es necesario evaluar el desarrollo intelectual y emocional para conocer de forma individualizada el funcionamiento de cada niño y aprovechar sus puntos fuertes en el desarrollo de la confianza en sí mismo. A partir de ahí se puede establecer un plan de intervención que se inicia proporcionando la información adecuada al niño y a la familia para que aprendan con éxito el manejo de los síntomas y los normalicen. Otro objetivo que se debe tratar es el de prevenir y minimizar las consecuencias del trastorno y para ello fundamentalmente se trabajará con técnicas cognitivas y conductuales. En estos casos es útil aprender a realizar autoinstrucciones, hablar mentalmente con uno mismo con verbalizaciones internas o a través de imágenes, lo que ayuda a regular el comportamiento, las emociones y los pensamientos. También es conveniente reforzar la autoestima, pues debido a su impulsividad e hiperactividad es frecuente que se encuentren con problemas para relacionarse. Lo que también resulta propicio es el aprendizaje de técnicas de resolución de problemas. Y por último destacar el papel fundamental de la familia, deben aprender a respetar y entender el problema del niño, además de apoyar, reforzar y seguir las instrucciones para reducir el estrés que causa el deterioro, para que la calidad de vida de todos mejore.

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