Esta semana desde ISEP Clínic Jerez, tratamos la relación entre el habla y la ortodoncia. Existe una gran relación entre las anomalías dentales y los trastornos del habla.
Alteraciones en la dentición, tales como apiñamiento, mordida abierta, etc. Y la posible aparición de algún trastorno del habla son conceptos que van de la mano. Estas alteraciones pueden ser de mayor o menor gravedad y requerirá tanto ayuda de logopedia como de ortodoncia. Por el tipo de tratamiento, que además es en conjunto, lo más adecuado es que se lleve a cabo desde edades tempranas y que así, no se permita la consolidación del problema.
Uno de los trastornos más comunes que se presentan como consecuencia de esta situación es la dislalia. Esta patología es en concreto un trastorno del lenguaje, manifestado como dificultad en la articulación de ciertos fonemas o palabras y que como aquí se explica, viene dada por malformaciones o defectos de órganos que intervienen en el habla. En este caso concreto al que nos dirigimos, los dientes.
Hay constancia de la estrecha relación existente entre las maloclusiones dentarias y las dislalias. Entre las mismas, los trastornos principales se encuentran en la articulación del fonema /r/ y /s/. Sin embargo, al igual que una malformación dentaria puede interferir en una correcta articulación por parte de aquel que lo padece, el uso de aparatología de ortodoncia puede provocar el mismo efecto, aunque la intervención de un logopeda puede solucionar estos problemas.
Por otro lado, la presencia de malos hábitos bucales, como el empuje lingual sobre los dientes, se encuentra también, íntimamente relacionado con la aparición de dislalias; ya que tanto la propia lengua como los dientes sufren modificaciones considerables a lo largo del crecimiento. Sobre todo entre los 10 años de edad y la adultez.
El tratamiento de ortodoncia puede ofrecer en muchos casos aparatos fijos y removibles. Aunque, desde el punto de vista de la logopedia, son los segundos los más aconsejables para un mejor y cómodo tratamiento.
Cabe destacar que los aparatos deben ser lo más tolerables posible, para poder favorecer al máximo el desarrollo del paciente.
El logopeda, por supuesto, ha de realizar la intervención siempre, teniendo en cuenta que la aparatología produce grandes interferencias en la lengua, dientes, labios, paladar y la mandíbula.
Por lo tanto, por todo lo aquí expuesto, ha de quedar claro que el tratamiento que se lleve a cabo ha de ser siempre en compenetración entre el odontólogo y el logopeda. Si es así, no cabe duda de que la evolución del paciente será siempre óptima y favorable tanto en su tratamiento dental como lingüístico.